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Meditación Tiempo Pascual - 2020

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Aterrados por la ejecución y muerte de Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida en Jerusalén. De nuevo están reunidos, pero ya no está con ellos Jesús. En la comunidad hay un vacío que nadie puede llenar. Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin él?. “Al anochecer de aquel día...” en Jerusalén y también en el corazón de los discípulos.

Dentro de la casa están ”con las puertas bien cerradas”. Es una comunidad sin misión y sin horizonte, encerrada en sí misma, sin capacidad de acogida. Nadie piensa ya en salir por los caminos a anunciar el Reino de Dios y curar la vida. Con las puertas cerradas no es posible acercarse al sufrimiento de las gentes.

De pronto, Jesús resucitado toma la iniciativa. Viene a encontrarse con sus discípulos. ”... entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a ustedes”. La pequeña comunidad comienza a transformarse. Del miedo pasan a la paz que les infunde Jesús. De la oscuridad de la noche pasan a la alegría de volver a verlo lleno de vida. De las puertas cerradas van a pasar pronto a anunciar por todas partes la Buena Noticia de Jesús.

Jesús les habla poniendo en aquellos pobres hombres toda su confianza: ”Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. No les dice a quién se han de acercar, qué han de anunciar ni cómo han de actuar. Ya lo han podido aprender de él por los caminos de Galilea. Serán en el mundo lo que ha sido Él. Jesús conoce la fragilidad de sus discípulos. Muchas veces les ha criticado su fe pequeña y vacilante. Necesitan la fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto especial. No les impone las manos ni los bendice, como a los enfermos. Exhala su aliento sobre ellos y les dice: ”Reciban el Espíritu Santo”. Solo Jesús salvará a su Iglesia. Solo él nos liberará de los miedos que nos paralizan, romperá los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo, abrirá tantas puertas que hemos ido cerrando a lo largo de los siglos, enderezará tantos caminos que nos han desviado de él.

Sergio Pulido Gutiérrez, Mons.
Canónigo Catedral Primada y Párroco en San Luis Beltrán