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“Mi vida tiene que ser imagen y semejanza del Buen Pastor que hay en mí, esa es la experiencia”

Si San Pablo y San Pedro predicaban en las plazas…Hoy en día, entre los retos del Buen Pastor en la ciudad está que celebre Eucaristía en espacios públicos como…

Tal como lo comenta, el periodista Rubén Darío Barrientos: “Ir a un centro comercial a escuchar el evangelio, es un acto que testimonia la fe. ¿Por qué censurarlo? Representa ello una nueva coyuntura para nutrir la vida cristiana. Es un hecho contemporáneo, de nuevos métodos y que es una experiencia grata… ¿Un centro comercial es un lugar dispuesto para celebrar una eucaristía? Es cierto que esencialmente no lo es: su diseño es para comerciar, vitriniar, caminar, comer y pasar un rato. Empero, representa un sitio envidiable para tener una enorme oportunidad pastoral, no solo por la comodidad de escuchar la misa y luego acometer las tareas propias del lugar, sino también porque un encuentro con Dios se da bajo la experiencia de la fe y ello no requiere de un lugar inflexible”.

 Recuerdo la historia de un monje que lleva a los aspirantes a la vida monástica a un Centro Comercial y después de hacer todo el recorrido al salir uno de ellos le pregunta:   ¿para qué nos trajiste si no compramos nada? Y Él les responde: para mostrarles que no necesito nada de lo que hay aquí para vivir.   Tal vez, si este relato fuera del 2014, también en ese Centro Comercial hubiera pasado por el oratorio y ahí les hubiera mostrado su riqueza, además de que descubrieran en cada una de las  personas que estaban en los almacenes y en los diferentes espacios del Centro comercial “sagrarios ambulantes” que necesitan del encuentro personal con Cristo, de su oración para vivir.

Es este otro también de los retos que tiene el Buen Pastor desde el Plan de Evangelización de la Arquidiócesis de Bogotá, de salir para ir al encuentro de aquellos que aún no reconocen la presencia de Cristo en ellos mismos y en los demás.

Monseñor Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, expresa sobre los centros comerciales “Hoy estos lugares no son tan diferentes de las ágoras de los tiempos de San Pablo: El Apóstol de las Gentes, paseando por Atenas encontraba muchos altares a los dioses, entre ellos el del Dios desconocido, encontrando a los filósofos San Pablo les anuncia de haber venido a traer justamente al Dios que no conocen. Las luces de los centros comerciales podrían ilusionar a las personas haciéndolas creer que pueden alejarse de sus propios problemas. Pero no es así, todos los hombres llevan en el corazón la nostalgia de Dios y van siempre en su búsqueda”.

Respondiendo a esta realidad, con motivo del domingo pasado, día del Buen Pastor, El Catolicismo ha querido publicar la experiencia del Padre Hernán Báez, párroco de la Parroquia El Señor de las Bienaventuranzas ubicada en Salitre Oriental en Bogotá, que tiene un oratorio en el Centro Comercial Gran Estación y celebra las Eucaristías en diferentes espacios de este lugar, con una participación numerosa de la comunidad.

 

 

Este sacerdote con gran cercanía a los fieles, atención y ternura en su relación con ellos, es de 4 hijos el mayor, que el 1 de diciembre cumplirá 24 años de ordenado, su amor maternal por la Virgen -a propósito de que este día también se celebró la fiesta de las madres- es su devoción a Nuestra Señora del Adviento, que está en embarazo, en la espera del nacimiento del Hijo de Dios y representa tan bellamente el Misterio de la Encarnación, Dios se hace uno de nosotros a través de Jesús y habita en la Virgen, su vientre como el primer sagrario donde se comunica el amor por la vida y su maternidad en la Fe para con nosotros también como sus hijos.

El Padre Hernán es apasionado por los barcos, esto por lo de las barcas de Jesús, como el lo expresa “Jesús nos llama y dice sube a la barca”, así le ha respondido con su vocación, a pesar de las tormentas que no han de faltar y que también son necesarias, ha remado mar adentro siendo fiel en la gran barca de la Iglesia para ser pescador de hombres, así nos cuenta  que ser sacerdote es ser instrumento, ser servidor, ser bendición para el que viene y pasa, mi vida tiene que ser imagen y semejanza del Buen Pastor que hay en mí, esa es la experiencia.

 

 

 

“Por un empujón de mi mamá”, un reconocimiento a todas las madres que en la fe quieren la felicidad de sus hijos.

Hay que remontarse a la prehistoria –se sonríe-   a la historia de una familia sencilla que cree en Dios y que va a la Misa como familia el domingo y que poco a poco se va integrando a una comunidad parroquial, en este caso era la Parroquia Santa Cecilia, en Venecia al Sur de Bogotá, donde había un sacerdote misionero el Pbro John Gora, con otros sacerdotes que le ayudaban y que fueron creando toda una experiencia de comunidad, invitando a los niños y a los jóvenes a ser parte de los grupos de la parroquia.

Lo curioso y llamativo es que no era un grupo de acólitos sino era un grupo prejuvenil, yo tenía 10 años, por un empujón de mi mamá me vinculé a ese grupo y era muy rico porque los sábados nos reuníamos, era un rato de encuentro, de alegría, con dinámicas, es lo que recuerdo… aprendimos a jugar futbol, a todo lo que era deporte, canto, arte, lo que es el servir, barrer, limpiar y luego saber acolitar, porque también se integró la parte litúrgica, hasta aprendimos la urbanidad de Carreño; todo esto fue un gancho para que más de 100 entre niños y jóvenes, viviéramos esa experiencia de sábado a sábado con campeonatos de deportes:  futbol, voleibol y que fue acompañando nuestro crecimiento en la vida y en la fe.

Después de un tiempo de estar vinculado allí, mi párroco me ofreció la oportunidad de entrar al Seminario, a lo cual dije que no, eso me asustaba y mis papás tampoco estaban de acuerdo. Después de dos años de esa primera invitación de ir al Seminario Menor, pues acepté finalmente porque alguna vez que fui al Seminario Mayor vi que habían canchas de fútbol, mi pasión es el fútbol, yo vivía para jugar futbol, vi que en el seminario habían canchas de futbol y pensé que tenía vocación.

Y así entré al seminario pero yo iba a jugar futbol, mi anhelo era entrar al seminario mayor porque había una cancha más bonita.. también tenía una motivación pastoral, porque había estado en misión en el campo en Choachí… esto si era como para mi y por esto junto con mi equipo de futbol fue que decidimos entrar al seminario, una manera como Dios me llamó y me fue formando.

 

 

“Para mi la Eucaristía es lo máximo”, Dios siempre le ha ganado, el gol de todos los días reafirmar su amor y pertenencia a El.

Desde hace 23 años como sacerdote he hecho muchos goles y me han hecho muchos goles porque yo soy arquero, la vida me ha enseñado a no dejarme hacer goles, a trabajar en equipo siempre, en este equipo Dios es el capitán y nos organiza, aquí he estado entregando y sirviendo.

He tenido muchos momentos difíciles, de enfermedad de familiares papá que hace 4 años que celebramos su Pascua y en la vida de servicio del  ministerio he tenido momentos de aridez, de soledad, de equivocaciones, errores, de antipatías, pero Dios no nos deja solos, a mí no me ha dejado solo y para mí un regalo que Dios me ha hecho en estos días -hablaba yo de esto con unas personas en mi parroquia- es el poder celebrar la Eucaristía.

Para mi la Eucaristía es lo máximo, yo entro a celebrar una Eucaristía y desaparece mi cansancio, el dolor de cabeza, el estrés que pueda tener en ese momento, la Eucaristía me transporta y siento que es Jesús metido en mi que celebra la Eucaristía y a mi mismo me habla, me va transformando poco a poco. 

Me faltará mucho pero siento que es el Buen Pastor que me llamó y no se ha quedado afuera sino que entra y en cada Eucaristía, en cada sacramento, en la Reconciliación, en cada momento es El en mi y lo he vivido con una certeza que creo y recuerdo no haber celebrado una Misa en el cansancio, por celebrarla, en la rutina; cada Eucaristía es nueva, me llena la vida, me encanta eso, así como antes jugaba futbol y vivía para el futbol, hoy celebro la Eucaristía y mi ministerio es lo máximo porque es sentirlo a El en mi.

 

 

“La ciudad cada vez se va volviendo un búnker” por ello la necesidad de que el Buen Pastor, responda al llamado del papa Francisco y del Plan de Evangelización de la Arquidiócesis de Bogotá, de salir para acompañar las diferentes experiencias de vida y ser fermento.

Este es un reto porque es una parroquia nueva sin templo con 40.000 capillitas, que son más o menos las personas que viven en este sector de Bogotá, Salitre Oriental, que viven porque las que vienen son muchas más…. un lugar denso, polifacético, instituciones, gente de empresa, del comercio, personas de todas las edades, niños, adultos, adolescentes, gente sola, gente mayor, de toda índole, familias y no familias.

Para mi ha sido un reto muy bonito el vivir en esta parroquia, no hay un templo físico, no hay a la vista posibilidad de construir un templo pero estamos construyendo el templo de cada persona, “tu y yo somos parroquia”, nuestro primer lema o con los niños, “yo soy parroquia”, y es la conciencia de que realmente Dios nos hace comunidad primero, camina con nosotros.

Jesús no tuvo un templo, San Pablo no tuvo un templo físico pero creo comunidad  y vivió la experiencia del evangelio en ese caminar permanente, en ese constante compartir con la gente en vivir la relación con las cartas, a través del encuentro, de la amistad, yo creo que esta es la experiencia que hoy en esta ciudad metropolitana, en este Bogotá que es tan complejo, esta parroquia vive esa misma experiencia de San Pablo, la experiencia de Jesús el encuentro personal, que es el permanente estar en camino. 

Como el papa Francisco y el Plan de Evangelización, el Plan E en esta primera etapa del Gran Giro nos están indicando de salir, hacernos compañeros de las experiencias y ser fermento para una realidad nueva, aquí en esta parroquia eso lo vemos,  no tenemos la urgencia de construir un templo físico, pero si tenemos la necesidad de ir construyendo el templo de cada uno, para ello hay que salir permanentemente, a encontrar a Dios afuera, en la calle, en los conjuntos.

Una realidad que no es sólo de este sector, sino que la ciudad cada vez se va volviendo un búnker, aquí hay un búnker el de la Fiscalía, ese también, está el búnker de cada empresa, oficina, conjunto, edificios y  cada apartamento como conjunto de pequeños búnker… unidades selladas, cerradas, que no se relacionan que se desconfía, es el mundo de hoy, es el reto nuestro,  por eso hay que salir para entrar en esos búnker, acompañando la vida, las experiencias. Esa misión no es sólo del párroco, poco a poco el camino como lo hace Jesús, el sacerdote no está solo sino con personas que se van sumando, El va poniendo la gente y vamos creciendo en ese equipo y ejército, la evangelización es vivir el Galilea de cada día, las experiencias de cada persona y familia.